En la actualidad existe un movimiento a favor del bienestar y el autocuidado. Parece que la sociedad se está haciendo más consciente de que es necesario tener espacios propios para cultivar nuestro bienestar.

Cuando empezamos a cuidarnos, es fácil que no sepamos por dónde empezar. Una búsqueda rápida en los buscadores de internet nos dirá que lo mejor que podemos hacer es yoga y meditación.
Hay miles de artículos, foros, chats… hablando de los beneficios de estos dos ejercicios. Prometen el bienestar de cuerpo y mente, tratando la elasticidad del cuerpo, la ansiedad, depresión… Salud mental y salud física en un sólo ejercicio ¿qué más se puede pedir?

A pesar de todos los beneficios que prometen, es muy frecuente que algunas personas vayan a su primera clase de yoga o de meditación y, no sólo no se sientan bien, sino que se sienten peor de lo que entraron.
Si eres una de estas personas, que ha intentado por activa y por pasiva tanto el yoga como la meditación para buscar el bienestar sin conseguirlo, te cuento algunas de las razones por las que esto puede no estar funcionando para ti:

1. No eres una persona espiritual. Hoy en día está muy de moda el tema de la espiritualidad y el cuidado espiritual pero, si tú no eres una persona que tenga este tipo de creencias, es posible que te resulte algo raro ir a una de estas clases. No obstante, aunque estas prácticas tienen su origen relacionado con el budismo, se pueden practicar sin necesidad de dar ese “toque” espiritual.

2. Te aburres y piensas que podrías estar aprovechando el tiempo en vez de estar ahí sentado/a. En nuestra sociedad meritocrática, sentimos la presión constante de hacer cosas productivas 24/7. El hecho de estar en una habitación “haciendo nada” nos suele resultar incómodo y fácilmente aparecen pensamientos de “vaya pérdida de tiempo”, “tengo que hacer X cosa al terminar”… la serenidad, o calma, es una de las emociones más castigadas socialmente ¿cómo vas a permitirte un momento de calma con toda la tarea que tienes?

3. .No puedes dejar la mente en blanco. Ni tú, ni nadie. Una de las creencias más asociadas con este tipo de prácticas es que tenemos que dejar la mente en blanco. Nuestros pensamientos no se pueden “quitar”, así que si hacemos estas prácticas con el objetivo de “no pensar” resultará muy frustrante, porque es algo que no se puede hacer.

4. Tienes problemas atencionales. Te cuesta centrar la atención en lo que estás haciendo. Para ti es difícil pensar en cocinar mientras estás cocinando. Es como si tu mente tuviera la necesidad de ir siempre un paso por delante o un paso por detrás. Las prácticas como el yoga y la meditación, piden prestar atención a lo que se está haciendo en el aquí y ahora pero, si no eres capaz, te puede resultar muy desagradable.

5. El/la profesional que da la clase está formado/a en estas técnicas pero no tiene formación en salud mental. A veces pensamos que una técnica vale para todo. Técnicas como el yoga y la meditación, pueden ser muy útiles en relación con la ansiedad o el estrés, pero no dejan de ser una técnica, nunca un tratamiento.Tu instructor/a de yoga o de meditación, puede estar muy formado/a en estas prácticas pero, si no tiene una formación en salud mental, es posible que no logre hacer que estas técnicas se adapten a ti para que no resulten tan desagradables.

6. Intentas adaptarte a la técnica. El yoga se hace de esta forma y de esta. La meditación se TIENE QUE hacer así. Cuando intentamos adaptarnos nosotros a una técnica, acaba convirtiéndose en una obligación y llega a ser aversivo. Es mejor si intentamos lo contrario: adaptar la técnica a nosotros. Para esto necesitaremos un objetivo concreto: ¿para qué quiero yo hacer yoga?¿qué quiero obtener de la meditación? Respondiendo a estas sencillas preguntas, podremos realizar una práctica específica que nos permita conseguir nuestros objetivos.

7. No logras sentirte bien cuando las practicas. Una vez más estamos metiendo sin querer un TIENES QUE. Cuando hagas yoga o meditación, te tienes que sentir de X forma. Al igual que pasa con nuestros pensamientos, nuestras emociones no se pueden “quitar o poner”. Intentar sentirse bien a la fuerza, paradójicamente, hace que te sientas mal.

8. No encuentro mi bienestar. Cuando se dice que estas técnicas generan bienestar, se refieren a algo concreto que ha sentido una persona en un determinado momento pero, el bienestar es subjetivo. Es posible que para la persona que lo practica, el bienestar sea una cosa que no es para ti.

Estas son algunas de las razones por las que estas técnicas pueden no estar funcionando para ti. Si quieres practicarlas, es mejor que empieces respondiendo a la pregunta de ¿para qué quiero yo hacer yoga o meditar? Y así tendrás un objetivo claro. Aún así, antes de empezar, la pregunta clave que tienes que hacerte es: ¿lo hago porque quiero, o porque lo hace el resto? Ambas técnicas pueden resultar beneficiosas si se hacen bien, pero no son las únicas. Si sientes que no son para ti, tal vez puedas probar a leer un libro o hacer algo de cardio.
Recuerda que tu bienestar suele estar en sitios en los que ya ha estado antes ¿qué es para ti el bienestar?.
Acude a un/a profesional de la salud mental si no logras encontrar la respuesta a esta pregunta.