¿Qué es un ataque de pánico?

 

Los ataques de pánico están asociados a ansiedad, aunque no siempre. Son algo muy frecuente en la población pero, a menudo, pasan desapercibidos porque se confunden con patologías de tipo médico.

La mayoría de personas que sufren un AP a lo largo de la vida, pensarán que ha sido un ataque al corazón o algo por el estilo. Cuando, tras hacer análisis médicos, se llega a la conclusión de que no hay afección de tipo médico, la opción posible para explicar este mal, es la parte psicológica.

Un AP se manifiesta como un miedo intenso o malestar que aparece de forma inesperada. La persona que lo sufre, no sabe de dónde viene, pero le produce un sufrimiento que le impide funcionar correctamente. Una forma extrema de pánico, podría llevar a una agorafobia o miedo a espacios en los que no se puede recibir ayuda si se sufre un AP.

 

¿Quién puede sufrir un AP y cómo se manifiesta?

 

No es necesario tener un trastorno de ansiedad para sufrir un AP. Cualquier persona puede sufrirlo pero, si aparecen de forma recurrente a lo largo del tiempo,  podría diagnosticarse un trastorno de pánico.

En la base de un AP, hay una alta sensibilidad a sensaciones internas, lo que llamamos una alta sensibilidad interoceptiva. Las personas que sufren esto, suelen notar de forma muy precisa las alteraciones de su organismo: una pequeña molestia en el brazo, un calambre en el estómago, una aceleración de palpitaciones… entre los síntomas más frecuentes en AP, encontramos los siguientes:

  • Palpitaciones o sentir que se acelera el corazón.
  • Sudoración.
  • Temblores o sacudidas.
  • Sentir que falta el aire o sensación de asfixia.
  • Sensación de ahogo.
  • Náuseas o malestar abdominal.
  • Sensación de mareo, desmayo o inestabilidad.
  • Entumecimiento u hormigueos.
  • Miedo a perder el control o “volverse loco”.
  • Miedo a morir.
  • Desrealización (sensación de que lo que ocurre no es real o no está pasando)  o despersonalización (Sensación de separarse del propio cuerpo o pensamientos).

 

Estos síntomas, a pesar de que se sienten de forma muy intensa, duran solamente unos minutos. Tras esta manifestación, desaparecen, y dejan a la persona con una sensación de malestar y miedo a próximos ataques.

 

¿Cómo puedo ayudar?

 

Es importante mantener la calma durante el ataque. La persona cree realmente que lo que le pasa es grave y puede morir, por lo que no ayudarán mensajes como: cálmate, no te preocupes, no es para tanto… es mejor dar mensajes de acompañamiento como: estoy aquí contigo, no te voy a dejar solo/a, estás aquí conmigo y cuidaré de ti.

También ayuda “sacar” a la persona de sus pensamientos con estimulación de los sentidos: mojar la cara con agua fría, pasar un hielo por la cara, agarrar su mano y apretarla fuertemente o intentar distraer con alguna actividad como un puzle.

Lo primero que debemos hacer, si sospechamos que alguien de nuestro entorno tiene estos síntomas, es hacer una revisión médica para descartar cualquier problema.

Una vez descartado, recomendar terapia psicológica puede ayudar a la persona a reconocer sus ataques y poder controlarlos sin necesidad de ayuda externa, recuperando su funcionamiento normal y eliminando el sufrimiento.

 

 

Referencias, para saber más:

American Psychiatric Association – APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5. Madrid: Editorial Médica Panamericana.

https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-de-panico-cuando-el-miedo-agobia/

https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-articulo-trastornos-ansiedad-agorafobia-crisis-panico-X0213932412678054