Un organismo está formado por un conjunto de órganos con funciones específicas. Siempre que todo vaya bien, nuestra respiración ocurre gracias a nuestros pulmones, nuestros ojos nos dan el sentido de la vista y es nuestro corazón el que se encarga de bombear sangre a todo el cuerpo para que podamos funcionar. Si alguno de estos órganos falla, podremos usar un respirador, unas gafas o un marcapasos.

Pero ¿qué pasa si comienzan a fallar nuestras funciones mentales superiores, personalidad, emociones o conducta? ¿qué órgano es el encargado de todo esto? ¿cómo arreglamos sus fallos?

Aunque seguimos haciendo investigaciones, en la actualidad sabemos que el órgano que acoge todas estas funciones es el cerebro.

Cuando un cerebro está dañado, el/la neurólogo/a nos ayudará a reparar el daño físico. Si existe un tumor cerebral, un profesional de la neurología nos solucionará este problema. Lo que ocurre es que como consecuencia de un daño cerebral, la persona puede mostrar secuelas que hacen que haya cambios en su velocidad de procesamiento, lenguaje, memoria, atención, motricidad, capacidad de regulación de emociones, control de impulsos, manejo de la ira… Un/a neuropsicólogo/a es el encargado de tratar las alteraciones de conducta que se derivan de un daño cerebral.

¿En qué ámbitos trabaja el/la Neuropsicólogo/a?

  1. Daño cerebral adquirido: los más conocidos son Ictus, golpes en la cabeza (traumatismo craneoencefálico), tumores, operaciones cerebrales…
  2. Demencias: Donde encontramos el Alzheimer, cuerpos de Lewy, frontotemporal, vascular…
  3. Enfermedades neurodegenerativas: aquí entrarían la esclerosis múltiple, enfermedad de Hutington, enfermedad de Parkinson…
  4. Trastornos del neurodesarrollo: trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), Trastorno del espectro autista, dificultades de aprendizaje y discapacidad intelectual.

¿Qué se hace en consulta?

Lo primero que hacemos es una evaluación mediante la cual determinaremos qué funciones están afectadas y cuáles preservadas. Se evaluarán las funciones cognitivas como la memoria, atención, velocidad de procesamiento, capacidad de inhibición… además de el estado emocional del paciente, cuidador o cuidadores principales y las características del ambiente en el que habita.

Tras este paso, se hará una psicoeducación al paciente y cuidadores que les permita entender qué está pasando y qué se va a hacer a partir de ese momento. Pasaremos entonces al tratamiento o rehabilitación.

En función de los datos de la evaluación inicial, se optará por Restaurar (recuperar una función perdida), Compensar (apoyarnos en otras funciones que están preservadas) o Sustituir (dar una alternativa a una función que no se puede recuperar).

Con este trabajo se espera que la persona que ha sufrido el daño pueda volver a su vida de la forma más parecida a cómo lo hacía antes.

 

Sherezade Márquez Martínez
Psicóloga General Sanitaria ǀ Neuropsicóloga
Col. BI04948


Referencias:
Portellano Pérez J.A. (2010) Introducción a la Neuropsicología. McGrawHill.
Sacks, O. (2002) El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Anagrama.

Para saber más:
http://www.cop.es/colegiados/O-01065/nps.html
https://revistadigital.inesem.es/educacion-sociedad/la-neuropsicologia-el-papel-del-neuropsicologo/
https://www.neuropsicologiaaragon.org/neuropsicologia